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Foto del escritorCarolina López Medina

El lenguaje de los pájaros

"El que cree, puede intentar y comprobar; el que no cree, no importa, puede seguir leyendo libros".


Por: William Deyevendras


Después de la caída de la torre, la necesidad de comunicarse dio luz a nuevos Idioma y formas de comunicación. De esta forma, el lenguaje original se perdió en el olvido. Solo era recordado por aquellos que, sin importar la juventud de la raza y el poco conocimiento del mundo que se poseía en ese entonces, despertaban su conciencia a planos de existencia superiores. Al despertar conciencia, les era posible acceder a esa divina lengua y entender los preceptos del Creador y obtener el conocimiento que solo los sabios de todas la eras podrían obtener.

Era el idioma que se hablaba en la época de los Adanes, en la lejana Lemuria, cuando los seres aún eran puros y no habían caído en el olvido del Ser, cometiendo con eso el infame pecado original que posteriormente afectaría a toda su descendencia, condenando al hombre a la muerte y una vida cada vez más corta. El intento de construcción de la torre es un indicio de que el orgullo del hombre intentaba volver a su estado de gracia en las alturas, pero los fundamentos de su torre no descendían a suficiente profundidad, así que fue derribada con la facilidad de un soplido.

Cuando el Creador le dijo a Adán que pusiera nombre a las bestias del Jardín, este era el idioma a emplear. Gracias a este idioma, Adán puso a las bestias el nombre exacto que declaraba su esencia y no tuvo que improvisar nombres falsos. Cuando la serpiente se acercó a Eva, Eva no hablaba idioma serpiente y la serpiente no se comunicaba con el lenguaje de los humanos. Con esto se quiere decir, que tanto humanos como bestias, como plantas y demás criaturas de la creación (elementales, ángeles, demonios, etc) hablaban el mismo idioma: El lenguaje de los pájaros. Pero ¿quiere esto decir que los animales y las plantas podían articular palabras y comunicarse por medio de la voz o, que el hombre se comunicaba en ese entonces por medio de siseos o alguna especie de sonido general? Afortunadamente no. El lenguaje de los pájaros requiere de ciertas normas que deben ser superadas para poder ser empleado.

Antes que nada, es necesario entender que su nombre “Lenguaje de los Pájaros” es solo un simbolismo y jamás debe interpretarse de forma literal; de ser así, todo aquel que quisiera hablarlo debería empezar a practicar graznidos. Para desmitificarlo y hacer vigente su existencia, es preciso apelar a las diferentes referencias que se tienen de este magno lenguaje de la alquimia.

- Se dice que San Francisco de Asís hablaba con los pájaros, a los cuales predicaba la palabra del Creador.

- En el floklore popular de muchas regiones, existen cuentos en los cuales el héroe del mismo, recibe una bendición del rey de las aves o debido a otro artilugio mágico y de repente habla la lengua especial de las aves, gracias a la cual se entera de secretos y noticias que le llevan a grandes dignidades. Uno de estos cuentos, pertenece a los escritores alemanes, Jacob y William Grimm: La serpiente Blanca.

- En el Talmud, la proverbial sabiduría de Salomón se debía a la comprensión que Dios le otorgó del lenguaje de los pájaros

- Paulo Coelho hace una perfecta referencia a este idioma, en su obra “El Alquimista”, en la que Santiago, el protagonista, de repente penetra en el alma del mundo y entiende el lenguaje existente en el vuelo de dos aves y de esta forma puede adelantarse a un futuro ataque de los enemigos del oasis.

- Fulcanelli, el gran alquimista, hace una extensa referencia a este idioma en uno de los capítulos de su obra “Moradas Filosofales”, con la extraña relación que hace de el a la Kabbalah.

- En el cuento nórdico de Sigfrido y el Dragón, el héroe da muerte al poderoso Dragón Fafnir y se baña en su sangre, acto seguido Sigfrido puede entender perfectamente el lenguaje de los pájaros.

Y las referencias siguen y siguen. ¿Coincidencia? ¿Literatura al azar? ¡Difícilmente!

La procedencia del nombre especifico, se debe a la simbología de las aves en la alquimia. Siendo las alas, la representación del principio volátil del mercurio y por lo tanto de la capacidad de elevarse sobre la materia grosera, que indica la capacidad del alma para elevarse a sí misma y penetrar en terrenos superiores de entendimiento. Cuando se habla de pájaros en este lenguaje, inmediatamente se apela a la figura del águila como fuente de la representación. El águila es la reina de los aires y al referirnos a ella como reina, estamos hablando de un estado de monarquía especial; así que, por extensión, estamos hablando de un lenguaje que esta destinado para aquellos que han de regir, de guiar o comandar a personas o bestias, tarea para la cual necesitará de fuentes de saber diferentes a las del ser humano del común, es decir, es un lenguaje para reyes que han cambiado el cetro de mando por el báculo del poder, un mago autentico. La facultad del mago para hablar este sublime lenguaje depende completamente del previo vuelo del león con las alas de la reina de los aires; es decir, la elevación del alma durante la destilación sucederá por el camino que haya abierto el león alado durante la sublimación. Si la sublimación no fue la gran cosa y el león no tuvo la fuerza para conquistar lo mas sutil, el alma no se elevará mas allá del lugar que el león haya conquistado. Por esto es necesario que cada proceso este completo antes de pasar al siguiente. Si la sublimación se realiza de la forma adecuada, el mago tendrá el poder para penetrar en los secretos del universo y enterarse de todo cuanto desee saber, y lo hará por medio del lenguaje de los pájaros, el cual se le dará de forma natural. No habiendo secreto alguno para este verdadero hombre, no habrá necesidad de libros ni de maestro alguno.

Las alas del caduceo de mercurio tienen este especial significado, y es la clave para acceder a los secretos de la naturaleza si el adepto desea convertirse en un sanador, profesión idónea para un estudiante de alquimia. Y aquí surge una pregunta ¿Cómo descubrieron los antiguos las propiedades curativas de las plantas? ¿prueba y error, o una conexión especial de los ancestros primitivos con su entorno que les permitía entender y plasmar lo que la naturaleza les enseñaba? Ciertamente, para quienes han penetrado en los secretos del chamanismo, conectar con la planta es la única forma de descubrir sus poderes ocultos y las aplicaciones correctas de su forma a alguna dolencia en particular. Y para conectar con una planta debes pasar cierta cantidad de tiempo frente a ella con el propósito de penetrar en su lenguaje y hablar directamente con su elemental. Michelle de Nostradamus, el legendario profeta, poseía un don especial, era clarividente, tal vez uno de los muy pocos legítimos clarividentes registrados de la historia. Podía ver todo lo que había en los planos sutiles. No era además extraño que fuera el mejor medico homeópata que hubiera jamás si podía crear sus medicamentos con las plantas correctas, a la manera correcta y con la información correcta sobre dosificación. Era bastante obvio que podía hablar directamente con la planta y hacerse con el conocimiento sobre su potencial. Incluso podría presumir de haber podido recrear el disolvente universal con rocío (aunque en su vida lo hubiera proyectado sobre algún metal), dadas las circunstancias de su muerte, la cual tiene a su alrededor todo el vaho de influencia del disolvente universal.

Como quiera que sea, la ausencia de este lenguaje en los estudiantes de alquimia de la actualidad es la razón misma por la que fracasan irremediablemente, ya que no tienen acceso completo o ningún tipo de acceso al verdadero significado de la intrincada simbología del arte y por lo tanto quedan relegados al entendimiento meramente humano, el cual es triste admitirlo, es bastante limitado. Incluso hay estudiantes que creen que al poseer un libro de alquimia difícil de conseguir, ya son dignos de penetrar en sus secretos y que por lo tanto pueden ser llamados alquimistas. Hay que entender esta simple afirmación: “Si no se habla el Lenguaje de los Pájaros, no se puede aprender alquimia con la naturaleza como sublime maestra, sino de los libros como supremas guías escritas por hombres que tal vez no lograron su objetivo, más que confundir a otros igual que lo estuvieron ellos”.

¿Cómo empezar?

Ciertamente, el lenguaje de los pájaros está destinado a aquellos que han demostrado capacidad para emprender la senda alquímica, pero si nunca intentamos hablarlo, nunca sabremos si podemos acceder a él o no. Lo primero es entender, como se decía atrás, que tiene sus pasos y que antes de pasar al siguiente, deben comprenderse los anteriores correctamente.

Todo idioma, está conformado por letras, con las cuales se forman palabras y posteriormente frases, y con estas frases manejamos todo un sistema de comunicación. No así el lenguaje de los pájaros, pues en el no hay palabras, ni frases ni letras, y tampoco existen los signos de puntuación. Este idioma especial se maneja de forma fonética en la dimensión mental, de ahí que las alas del mercurio otorguen brillantez intelectual. Para entender esto, el neófito debe desprenderse de su forma densa o materia bruta y elevarse hacia los terrenos de la mente y “captar” el lenguaje. En sí, es una forma de percepción extrasensorial que va de alma a alma, de Ser a Ser, de mente a mente, e inicia cuando, en el tope de la calcinación, el quinto elemento (éter) es alcanzado y se manifiesta en su etapa imberbe para empezar a madurar durante la sublimación y su acceso a la luz. Es el final de un proceso y el inicio de otro. En este momento acontece el despertar de la polaridad yang de la kundalini, la que convierte la fuerza en una potencia mágica. Este despertar secuencial de la kundalini produce al mismo tiempo un despertar en la conciencia y en los talentos ocultos, que ahora empiezan a manifestarse y a nutrirse a medida que el éter pase a ser parte de ellos. A partir de este momento se cuenta con un sexto sentido, y es el que nos permite conectar y entender el lenguaje oculto a nuestro alrededor.

El epitome de este lenguaje es la telepatía y con ella comunicarse con el Único, y así conocer su voluntad. Una vez alcanzado este nivel, ya puede comunicarse el alquimista con todas las formas de vida existentes en el cosmos, plantas, animales, ángeles y demonios, desencarnados, incluso con los hermanos mayores de otros sistemas solares u otras galaxias, pues puede captar los mensajes que permanentemente entran a nuestro planeta y que provienen de ellos. Incluso podrá comunicarse eficientemente y entender a la criatura mas compleja creada alguna vez: la mujer. Pero una persona del común no entra en contacto con este idioma y de inmediato está capacitada para la telepatía. Es aquí en donde entran los pasos que deben ser superados. Y para describir uno de los pasos, pasaremos a un ejercicio básico:

- Plantar un problema en la mente y meditar sobre él intensamente. Acto seguido, tomar un libro y mientras el problema aún está en la cabeza, escoger una página al “azar” y poner un dedo en algún lugar de la página sin haberlo mirado antes. Si se ha hecho bien el ejercicio, se ha puesto el dedo en la solución al problema. Si la mente logra conectar con el alma en ese instante, se lograra a la primera, si no, pues hay que seguir practicando.

Con el tiempo, el neófito se podrá dar cuenta que el “azar” no existe y que siempre hay una fuerza que le guía, latente e indefinible, pero siempre presente. Es el alma del Creador guiando a los hombres a su verdadero destino. Mientras más fuerte se establezca la conexión con el alma, más profunda la comunicación por medio de este lenguaje y más conocimiento y sabiduría se adquiere, y menos requerirá del conocimiento de los hombres o de sus libros. Los demás pasos, debe descubrirlos el neófito durante su viaje. No obstante, es mejor si ha habido una calcinación previa que haya permitido eliminar suficiente azufre impuro (debilidad de espíritu) y el alma despierte con verdadera fuerza o en breve volverá a su estado de inercia en su lugar de reposo y lo que se haya alcanzado volverá a dormir tras descender nuevamente a la tierra.

El que cree, puede intentar y comprobar; el que no cree, no importa, puede seguir leyendo libros.


Por: William Deyevendras


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